La música en Africa

La Música Africana


Es casi imposible hablar de la Música Africana sin hacerlo antes y al mismo tiempo, de la poesía y más propiamente, de la palabra en sí misma. Los africanos en general, atribuyen a la palabra significados mágicos y trascendentales pues, en muchos pueblos existe la creencia de que Dios hizo el mundo por medio de la Palabra, y fue la música el instrumento divino que dio alma a las cosas y a los seres.

Como una gran muralla, el desierto del Sahara divide al continente africano y también las costumbres, los mitos, las creencias. Al norte reina el Islam, que si bien se encuentra profundamente arraigado en muchas etnias del Africa Subsahariana, deja paso en ella a una profusión colorida y casi caótica de ritmos, narraciones y poemas.

En esta ultima región, que es la que nos ocupa en esta nota, hay sinfín de instrumentos y un amplio expectro de ritmos con sus características y “funciones” particulares:música, narraciones y poemas para narrar las instancias más importantes de la vida, tales como nacimientos, bautismos, iniciaciones, casamientos, ritos fúnebres y también el simple esparcimiento de la comunidad. Los tambores fueron en la antigüedad “esparcidores” de noticias, pues eran “tambores parlantes” que comunicaban a la distancia, verdaderos mensajes cifrados a los miembros de una misma tribu.


Entre los occidentales han tomado relativa fama instrumentos como el djembé o el Tam Tam, mencionado en casi todas las narraciones de los Griots, pues su sonido es mágico y sagrado. Los Griots fueron en la antigüedad el equivalente a los juglares europeos, hombres que cantaban, recitaban acompañándose de algún instrumento, las noticias de la tribu y del reino, los mitos, los hechos heroicos de algunos hombres .

Siendo un oficio sumamente respetado, en países como en Senegal pertenecen a la casta más baja, sin que esto merme los honores que el pueblo les rinden. Generalmente, las familias reales o de altos dignatarios tenían un Griot de la familia, dedicado en exclusividad a rememorar la vida y los hechos heroicos de los antepasados.
 En la actualidad han perdido un poco esta característica de ser “preservadores de la memoria” y tienen una función más volcada al esparcimiento.

Un hermoso libro que puede conseguirse en las librerías porteñas es “Los cuentos de Amadou Koumba”, cuentos de este Griot que fueron recreados y volcados al papel por el escritor senegalés Birago Diop, quien vió nutrir su infancia con los relatos del anciano. En la fábula africana, los animales representan a los hombres y así se van sucediendo narraciones plagadas de belleza, de ilusión, pero también de una crítica social escondida bajo el artilugio de palabras finamente hilvanadas en estrofas musicales. Porque las lenguas de Africa son tonales y el africano es un maestro a la hora de otorgar ritmo a sus palabras, haciéndolas música para el alma y los oídos.

A la musicalidad del lenguaje hablado, el africano supo sumarle el instrumento más sencillo: las palmas de las manos, que antecede al uso de los tambores, pues en muchas tribus estos últimos son casi prescindibles, mientras que en otras son la base fundamental de su música. Para el criterio occidental , las voces africanas no suenan bonitas, pero el significado de sus “colores” tiene estrecha relación con los sucesos cantados: así la voz será ahogada si se está contando algo que debería callarse, se plagará de volumen y de sonoridad al contar un hecho heroico. Cargada de dolor ante la muerte, sabrá ser reverente y emocional ante la vida. Así, el cantar no está vedado a nadie y todos cantan. Sin embargo, la ejecución de algún instrumento exige el aprendizaje de la mano de un maestro, dada la variedad de ritmos y golpes. La transmisión es oral y el discípulo aprende en el día a día, pues cada ocasión merece su canción y su celebración por medio de la música y la palabra.

En Occidente tenemos la oportunidad de ver documentales en los cuales hombre o mujeres realizan un trabajo y al mismo tiempo entonan un cántico que acentúa el ritmo de los movimientos necesarios para realizarlo.

Con respecto a la música , la característica más peculiar es la reiteración de frases con la voz y con los instrumentos: la voz principal dice una frase y el coro responde. Este patrón se repite varias veces en frases cortas y en toques de tambor también reiterativos. Es un verdadero diálogo entre todos los participantes. En el ámbito religioso, se ejecutan diferentes ritmos para acompañar a determinado orishá, siendo lo más común que cada uno baile con la música que le es propia a su región, por ejemplo Oxum, la diosa del río que lleva su mismo nombre, bailará al ritmo del Ijexá, que es la música de su lugar de nacimiento. Otros ritmos religiosos son el Avamunha, Adarrum, Sató, Agüere, Opanijé, que se ejecutan con tres tambores , agogós y Xexeres.

La historia de la música en Africa es tan variada como las etnias que la habitan. Sin embargo, hay características fundamentales que se dan en todos los pueblos, pues todos acompañan los hechos importantes y aún los cotidianos de su vida con música y canciones, hacen de la voz el instrumento primordial y accesible a todos y finalmente, reverencia el papel social, pedagógico y místico que los músicos representan.

Gracias a generaciones de músicos, poetas, Griots y hombres comunes fue que la historia de Africa permaneció viva y latente en la memoria , para hacerse presente en cada hijo de Africa cada vez que el presente necesita del pasado para interpretarse y recrearse a si mismo...


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